Biofertilizantes

biofertilizantes

Como residuo de la biodigestión se obtienen (luego del procesado) fertilizantes orgánicos ricos en nitrógeno, fósforo y potasio.
La materia orgánica es indispensable para mantener la fertilidad del suelo. De ahí que su incorporación en forma de abono es indispensable en sistemas de producción ecológica. Esta práctica, en conjunto con otras como: las obras de conservación de suelos, la adecuada rotación y asociación de plantas, la diversificación de cultivos en el tiempo y en el espacio, entre otras, nos aseguran el alcance de un equilibrio en el sistema y, por lo tanto, una producción continua, es decir, la posibilidad de sembrar todo el año y por muchos años.

El uso de los abonos orgánicos no es una práctica tecnológica nueva. Por el contrario, éstos tienen su origen desde que nació la agricultura, nuestros antepasados los usaban, pues era lo único que existía.

Estos son algunos ejemplos de materias primas a biodigerir:

• Todo tipo de desecho vegetal: hojas, ramas, flores, frutos, semillas, tusas, olotes, cáscaras y cascarillas.
• Cenizas de maderas blancas, de olotes y de bagazo entre otras.
• Estiércoles de cerdo, cabra, oveja, conejo, aves, vaca y caballo.
• Orines de ganado bovinos, de cabras y otros animales domésticos.
• Desechos animales como plumas, cascos, cuernos, huesos, cáscaras de huevo, entre otros.
• Melaza o jugo de caña.

Con la aplicación de abonos orgánicos:

• Se mejoran las características físicas, biológicas y químicas del suelo.
• El suelo va mejorando cada día hasta llegar a un punto en que se reduce el trabajo de manejo.
• Las plantas obtienen dosis óptimas de nutrientes, según sus requerimientos.
• Además de nutrientes naturales, los abonos contienen vitaminas, enzimas, antibióticos y mucha vida microbial, lo cual le da más salud a la planta.
• Los cultivos lograrán un mejor desarrollo, y las plantas alcanzarán su potencial productivo, con una mejor calidad, menos trabajo y garantizándose así continuar practicando la agricultura a largo plazo.